Cuesta adaptarse a una nueva situación. De hecho, creo que todavía no me creo que esté aquí, en MI casa, sin depender de nadie, sin dar explicaciones de nada, con el único sonido del tic-tac del reloj de la cocina.
Terminas aceptando que eres el único causante de lo bien o lo mal que lleves tu hogar. Desafortunadamente, no se limpia solo, así que estoy acostumbrándome a realizar una tarea para mí hasta ahora desconocida. Miércoles antes de almorzar...etc.etc.. Afortunadamente, sí que estaba acostumbrado a hacerme la comida, aunque últimamente mi madre, una vez jubilada, se prestaba a ello, y no os penséis que hasta ese momento se hacía la comida sólo para ella, es que nuestros gustos y costumbres, y sobre todo horarios siempre han sido muy diferentes. No se me da mal cocinar, aunque tampoco me complico demasiado la vida. Los botes de legumbre son un gran aliado para el primer plato, y unas pechugas o un filete a la plancha están al alcance de cualquiera.
Por otro lado, estoy pagando la novatada de que todo el mundo intenta aprovecharse de tí: compro frigorífico, puerta con bollo, promesa de devolución de una parte del coste, y hace un mes de aquello...hoy he tenido que llamar para recordárselo a los de la tienda. Timofónica Vomistar me cobra 45 euros más de lo estipulado, protesto, me cago en sus muelas, me dicen que tengo razón, que me lo devuelven, pero sigo esperando....
En fin, que acaba de terminar la lavadora y tengo que tender. Así tendía así así...
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