Poco a poco, mi casa (qué bien suena el adjetivo posesivo...) va tomando forma, y queda muy poquito para que me instale de forma definitiva. Hoy, en una de mis incontables expediciones a la misma llevando cosas, he decidido hacer una pausa para ordenar los canales de la TDT y de paso, estrenar mi modesta cafetera. Y ha sido en ese momento cuando me he dado cuenta de un tonto detalle: tenía azúcar, pero no azucarero. Además, el paquete del mismo era en tetrabrick, por lo que no había opción de meter la cucharilla, así que he tenido que volcar el mismo para echar una cantidad indefinida de azúcar.
Es curioso, cuando llevas mucho tiempo viviendo en una casa, y más si es la de tus padres, este tipo de cosas no pasan: hace muchos años que en casa de mi madre hay un azucarero. Pero me he dado cuenta de que pasará un tiempo descubriendo cosas tan tontas como esta. Afortunadamente, para estas situaciones tenemos la solución: las tiendas de chinos.
Herederas de los viejos "todo a 100", cada vez es más raro no tener uno de estos establecimientos cercano a tu hogar. Además, como se pasan la legislación por el arco del triunfo, abren cuando les sale de los cojones, por lo que esta tarde de domingo ha sido perfecta para visitar uno de esos paraísos de la chuminada.
Resulta fascinante pasear por sus estrechos pasillos fijándote en la cantidad de cosas diferentes que aglutinan, desde la estupidez más recalcitrante en forma de gato bajando el brazo, hasta la más insospechada herramienta de bricolaje. Hay de todo, como en botica. Así que he echado de menos un carrito como el de los supermercados para hacerme con la cantidad de cosas que no había caído en que no tenía. Y al final te haces con esas y con otras muchas que luego no entiendes el porqué de tu adquisición (¿para qué narices quiero yo un cepillo para el pelo si me lo dejo casi rapado cada cuatro semanas?). Pero, a pesar de ello, te marchas feliz, por que te llevas una docena de objetos por un precio ridículo. Que probablemente no duren dos semanas, pero esa es otra historia.
jajajja Paco, bienvenido a la cruda realidad de la emancipación!!
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